domingo, 28 de mayo de 2017

Notas de opinión

Los que tienen las ideas y los que tienen el dinero


Hace unos días visité a una empresa emprendedora. Su responsable me contó cómo habían desarrollado durante varios años un producto dirigido al transporte y la logística, único, singular, cuya principal ventaja ¡ahí es nada! es ahorrar tiempo –y en consecuencia dinero- a cualquier compañía que mueva mercancías, no importa con qué frecuencia y volumen ni desde qué lugar o hacia qué lugar.


Hasta donde llega mi conocimiento y tras su detenida explicación, me pareció una idea genial con todos los predicamentos para ser un éxito. Por eso, a cada paso de la conversación me resultaba más extraño que mi interlocutor casi me estuviera pidiendo socorro.


Su problema, el de muchas empresas medianas y pequeñas, y el de muchos emprendedores y/o inventores, es que las grandes ideas empresariales con frecuencia no vienen acompañadas de dinero ¡Ah el poderoso caballero! Ni siquiera a veces del mínimo necesario para poder mostrar las bondades del producto. Las reglas del mercado del emprendimiento son como los créditos hipotecarios: el que tiene algo que vale, tiene oportunidad de conseguir un préstamo. Pero para desarrollar algo que vale, antes hay que disponer de recursos… un círculo penoso muy difícil de romper.

La salida puede ser el interés de alguna multinacional que haga suyo el proyecto, o la entrada de inversores en él para darle el necesario empujón. En ambos casos esto no suele ocurrir en el estado embrionario de desarrollo del producto o servicio que se trate, que es cuando más falta hace.

Desde nuestros poderes públicos se anima constantemente a los profesionales a que se independicen, a que emprendan. Se crean lugares para eso que se llama viveros de empresas u otras denominaciones anglosajonas muy al hilo de la tecnología. Pequeñas ayudas –deseables eso sí- en todo caso y muy limitadas porque el dinero, de verdad, llega poco y tarde y tampoco acompaña cuando a duras penas las empresas se han creado y empiezan a andar. La publicidad de las Administraciones dice que sí; la realidad dice que casi nunca.

Las ideas no faltan. Los emprendedores tampoco. Las inversiones y ayudas en el momento oportuno, sí. Y luego nos preguntamos por qué tenemos un tejido industrial tan escaso y por qué se marchan nuestros investigadores. La respuesta a esta pregunta haberla, hayla.


Autor: Ricardo J. Hernández | CdeComunicación


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